La Selección Mexicana llega a Qatar con la esperanza de romper con la cadena de siete ediciones consecutivas sin avanzar más haya de los Octavos de Final y con la esperanza de disputar unos Cuartos de Final como lo hizo cuando fue sede del certamen, en 1970 y 1986.
Sin embargo, la delegación azteca arribará al territorio qatarí con enormes dudas sobre su funcionamiento colectivo, pues desde antes del octagonal final clasificatorio el plantel de jugadores dio muestra de habérsele partido al técnico Gerardo Daniel Martino, esto con todo y que terminó en el segundo lugar producto de 28 puntos en 14 jornadas, sólo detrás de Canadá con las mismas unidades, pero con una menor diferencia de goles a favor.
Y es que desde hace ya varios años México dejó de ser el “Gigante de la Concacaf”, en gran medida por el crecimiento futbolístico de Estados Unidos y Canadá, pero también por la falta de compromiso de jugadores que si bien juegan o militan en Europa tampoco son elementos que en la actualidad marquen diferencia en sus equipos, salvo contadas excepciones.
La defensa es el mejor ataque… ¿para México?
Sin delanteros de calidad y enrachados los goles no llegan solos, menos todavía ante una defensa tan aguerrida como la argentina o tan sobria como la polaca.
Y es ahí donde puede enfocarse el principal problema de México durante su aventura en Qatar, pues carece de un “killer” en los momentos clave.
Desde que le fracturaron el cráneo Raúl Alonso Jiménez ya no es aquel futbolista especialista en marcar goles a diestra y siniestra, peor aún para su caso es la lesión en la ingle que arrastra.
Y fuera de este depredador del área, realmente no hay muchas cartas en la baraja de las que se puedan echar mano para fortalecer al ataque de México, pues, como hombres de experiencia y temple, detrás sólo vienen Hirving Lozano y Jesús Manuel Tecatito Corona, ambos con características bastante diferentes.
Todos lo demás en su momento no dieron el gramo para llegar al peso, como son los caso de Rodolfo Pizarro o Rogelio Funes Mori, por citar algunos.
En otro apartado figuran los entusiastas, pero demasiado verdes para brillar en Qatar, específicamente Santiago Giménez y Marcelo Flores.
En cuanto al resto de los convocados al ataque, quizá podrían brillar en torneos más regionales, pero no en una Copa del Mundo.
Por triste que parezca, en este grupo no hay alguien parecido a la versión de Carlos Vela de hace tres años ni tampoco a la actual del “Chicharito” Hernández.
Sin embargo, un minuto de inspiración, un error de la defensa rival, el apoyo de la tribuna, o una combinación de todos estos factores, podrían hacer brotar en el terreno de juego al crack que México necesitará a partir del 22 de noviembre cuando debute ante Polonia.
Un equipo con su sueños, pero también sin sello
Al “Tata” Martino no le alcanzó el reloj en su proceso para imponerle el sello distintivo con el cual soñaban los directivos mexicanos cuando lo presentaron el 7 de enero de 2019.
Y lo más penoso del momento en que llegará a Qatar al frente de México, es que es el timonel con más críticas sobre su desempeño de los 32 en lograr clasificar a sus equipos a la Copa del Mundo.
Dicho factor puede jugar en contra del ánimo de sus jugadores, pues el contrato del estratega concluye en diciembre e incluso ya se habla de que los federativos han comenzado a entablar negociaciones con otro técnico para ofrecerle un nuevo proyecto.
Bajo este escenario, al quedar ubicado en el mismo grupo que Argentina, Polonia y Arabia Saudita, el panorama del Tri extrañamente luce incierto, pues los sudamericanos y europeos serán unos verdaderos huesos duros de roer y en cuanto al árabes, para nada son un cheque al portador, por más que así lo consideren los fervientes adoradores del ¡Sí se puede!
Con la soga en el cuello, en 290 minutos, Martino intentará hacer que México supere la Fase de Grupos y de ahí en adelante lo que venga será ganancia, pues hacia muchos años en que una delegación azteca no llegaba tan carente de ideas y conceptos futbolísticos a una cita mundialista.