Una vez más, éste 31 de enero, está marcado en el calendario quisqueyano, cómo Día Nacional de la Juventud.Pero, que celebramos?El futuro incierto de la juventud dominicana. Lo decimos con claridad, para que se escuche en los cuatro puntos cardinales del país.
Al transcurrir del tiempo, vemos lastimosamente, que nuestra juventud, es ignorada por autoridades y funcionarios gubernamentales, así también en ese mismo orden, por el sector empleador privado, llamados ha abrir sus puertas para garantizar y permitir, que éstos se incorporen al mercado laboral del país.
Se torna preocupante, que los políticos y aspirantes a posiciones electivas, solo prometen y ofrecen a nuestra juventud en tiempos de campaña.Ya instalados en las curules alcanzadas, se olvidan de sus promesas, cerrando así las posibilidades de avance y progreso de los jóvenes de República Dominicana.
Esa actitud, ha propiciado el descarrilamiento de éste importante y creciente segmento de la sociedad, he inducido por caminos de violencia, delincuencia, gangas y pandillas, en busca de lograr objetivos, de cualquier manera.Éste día, en vez de celebrar logros ficticios e inverosímiles, debiese usarse para reflexionar, y cambiar el comportamiento, que hasta la fecha, se ha venido implementado en desmedro de la juventud.
No podemos seguir culpando a nuestros jóvenes desesperados, ansiosos de oportunidades y de demostrar sus conocimientos adquiridos en universidades y escuelas técnicas.
El gobierno y el sector privado, son responsables de rescatar y transformar el nuevo camino a seguir por nuestra juventud.La niñez y la juventud, son el futuro de la patria, si no damos el apoyo, que hoy requieren, tendremos nuestras provincias llenas de delincuentes y antisociales juveniles, creados por las faltas de oportunidades.Para buen entendedor, pocas palabras bastan.
