Es inaudito. ¿Qué motiva al oficialismo de North Bergen a destruir y arrancar, literalmente, los carteles que han sido instalados con el consentimiento de los propietarios en casas y edificios?No se puede entender. ¿Por qué lo hacen? ¿Para qué? ¿Acaso creen que nadie los ve? En cada rincón hay cámaras, hay vecinos que observan desde sus ventanas, transeúntes que graban y fotografían.

La verdad siempre sale a la luz.No permiten renovar sus mentes. Se aferran al pasado, se resisten a un cambio cultural necesario. Y sí, estoy profundamente disgustado con quienes ejecutaron estos actos. Pero más aún con quienes los avalan en silencio.
Somos humanos, compartimos este planeta, esta comunidad, esta casa. Y en esos carteles destruidos, lo que se percibe es odio.Después se presentan ante el pueblo como sus representantes, como sus líderes, esperando su voto. ¡Qué equivocados están!No pudieron frenar al jefe de policía y hoy cargan con una imagen pública lamentable. Tampoco son capaces de llamar al orden a sus voluntarios, que lejos de ayudar, perjudican su campaña con estas acciones.

Aquí nace una pregunta aún más profunda: ¿por qué insisten en perpetuarse en el poder? ¿No se dan cuenta de que ya toda la comunidad conoce el patrón de vida que los guía? Luego recurren al fraude, a los millones de dólares, a intentos de soborno para manipular organismos fiscalizadores del voto.Estoy molesto, indignado, porque una vez más son piedra de tropiezo para líderes de puertas abiertas, que caminan junto al necesitado, que traen propuestas reales, que ya han mostrado obras concretas.Esto no es un juego. No se juega con el pueblo.