Lora gana. Otra vez. Esta vez con 4.500 votos, frente a los escasos 450 obtenidos por el eterno aspirante Diomedes Minaya. Una victoria aritméticamente aplastante, pero espiritualmente vacía. Porque si bien el número lo favorece, la cifra revela también algo preocupante: una ciudad de decenas de miles de habitantes empadronados apenas movió un dedo para participar.
¿Por qué tan pocos votos? ¿Por qué tanto silencio?
Passaic es una ciudad marcada por el abandono y la desilusión. Su historia reciente está plagada de escándalos: alcaldes arrestados, policías cuestionados, presencia de pandillas, pobreza crónica y una administración pública que muchas veces parece una extensión de intereses familiares o de camarillas enquistadas en el poder.
Diomedes Minaya, quien ha intentado múltiples veces llegar al cargo máximo del municipio, parece haber sido olvidado por la memoria colectiva. Fue oficial en distintas áreas del gobierno local, conocedor de las entrañas del sistema. Pero ¿tuvo alguna vez un mensaje claro? ¿Logró inspirar confianza? Su derrota no fue solo numérica. Fue simbólica: 450 votos representan la inexistencia política. Como si nunca hubiese estado allí.

Lora, por su parte, retiene el poder, pero no convence. Se impone, pero no moviliza. Su respaldo parece venir más de los empleados municipales, sus familias, sus entornos directos, que de un respaldo genuino de las masas. Si hubiese sido un líder transformador en estos ocho años, habría generado entusiasmo, orgullo, participación masiva. Pero no fue así.
Entonces, ¿qué dice esta elección sobre Passaic? Dice que la ciudad está cansada, anestesiada, huérfana de un liderazgo real. No ha encontrado aún a alguien con estatura cultural, intelectual, espiritual ni mucho menos política. Porque en Passaic no se trata solo de ganar elecciones, se trata de encender una luz en medio de tanta oscuridad institucional.
El caso Minaya es, en el fondo, el espejo roto de una ciudad rota. Y el triunfo de Lora, sin épica ni fervor, es apenas la prolongación de una administración sostenida por la apatía. Passaic no votó. Sobrevivió a otra elección.