Tras un final de infarto, los Philadelphia 76ers han logrado poner el 2-2 en la eliminatoria ante Boston. Y es difícil encontrar a un responsable de que tal cosa ocurriese que no sea James Harden. La Barba fue el héroe indiscutible de los de Pensilvania en su victoria por 116-115 en el Game 4, y, como viene siendo habitual en la serie, volvió a confirmarse como el hombre que puede marcar las diferencias, para bien y para mal. Y hoy salió cara.
James terminó el duelo con 42 puntos, 9 asistencias, 8 rebotes, 4 robos y un sinfín de canastas importantes. Con 21 tantos al descanso, dejó claro desde el inicio que quería resarcirse de sus dos malas actuaciones anteriores, pero fue con su forma de terminarlo con lo que de verdad lo consiguió. En un último cuarto en el que Joel Embiid fue devorado por la defensa de Horford, fue el escolta quien tomó el desfibrilador y dio las sacudidas necesarias a unos 76ers al borde del colapso, dejando en una muerte clínica lo que durante unos minutos parecía destinado a convertirse en funeral.
Y es que, tras ir ganando por 16 puntos y dominar durante prácticamente toda la noche, la llegada del cuarto periodo paralizó a los locales hasta hacerles tirar por tierra todo lo que habían construido. Los de Doc Rives se obcecaron en atacar mediante aclarados a Embiid, que una vez más no fue capaz de elegir bien cuando llegaba un segundo defensor y que ni siquiera en uno contra uno fue capaz de ser efectivo. Horford le anuló por completo y con ello a unos 76ers que se empeñaron una y otra vez en disparar con una pistola que se veía que estaba encasquillada. Y que, tras un triple de Brogdon que puso el 100-105 a falta de dos minutos, parecían despedirse de sus opciones.
Un cierre heroico
De Harden se ha dicho mil veces, y no sin ninguna razón, que los playoffs se le atragantaban y que en los partidos decisivos era poco habitual encontrar a su mejor versión. Y de alguna manera, es como si quisiera usar esta serie para acallar esas críticas.
Con el equipo al borde de un 3-1 que se habría sentido como la sentencia de la serie, Harden respondió anotando todas las canastas de los suyos en los últimos 4 minutos a excepción de una de P.J. Tucker tras rebote ofensivo, haciendo a sus compañeros reaccionar cuando Boston parecía acariciar la victoria. Y por supuesto, fue él quien anotó el floater que puso el 107-107 a falta de 16,4 segundos, resultado con el que el duelo se iría al tiempo extra después de que Marcus Smart fallase el triple sobre la bocina que podría haberlo evitado.
Ya en la prórroga, asumió por completo las labores de director de orquesta, ayudando incluso a Embiid a volver al partido mediante alguna acción de pick & roll y atrayendo la atención de la defensa para crear para sus compañeros. Pero a la hora de la verdad, cuando quedaban menos de 20 segundo para el final y los Celtics ganaban por dos puntos, le tocó asumir el tiro. Embiid leyó bien la ayuda de Jaylen Brown y dobló el balón a James, que, esta vez desde la esquina, anotó otro triple que valió un partido para Philadelphia y volvió a desequilibrar una serie que está siendo otra cuando no aparece esta versión.